Oviedo Lluis ,
Recensione: S. Muratore (ed.), Teología e filosofía. Alia ricerca di un nuovo rapporto,
in
Antonianum, 67/2-3 (1992) p. 444-445
.
Sommario in spagnolo:
Un tema incómodo en todo intento de reflexión teológica es la integración del saber filosófico. Pero también es un tema difícil para los filósofos, sobre todo para aquellos que se declaran cristianos, y en especial para los que se inscriben en el ámbito docente de las facultades y estudios teológicos. Tematizar la relación, hacer explícitas las dificultades, buscar nuevas vías de integración según modelos que van desde la dialéctica a la hermenéutica; son tareas inaplazables, desafíos para la nueva organización de la autoconciencia teológica.
El libro que ha dirigido S. Muratore responde a esos desafíos, y tiene el mérito indiscutible de hacer explícita una discusión que pocos se habían atrevido a iniciar, sea por el celo propio de cada una de las partes, o por la reserva debida a una supuesta inmadurez en las nuevas relaciones. La obra se presenta como una especie de «Actas» de unas jornadas de estudio o simposio tenido en Ñapóles, en el año 1989, sobre este tema. Ese estudio se plantea a partir de una relación inicial, debida a Giovanni Ferretti, a la que siguen comunicaciones y debates en torno a algunos puntos de interés.
La tesis central que propone Ferretti, y que comparten sus compañeros de coloquio, es la crisis del modelo neoescolástico que presidía hasta hace bien poco las relaciones entre filosofía y teología en el ámbito de los estudios teológicos católicos. Pero no sólo ha entrado en crisis ese modelo, típico del mundo católico, sino también los modelos alternativos que se ensayaron en el contexto protestante: el liberal y el dialéctico bartiano. Después de haber tomado conciencia de las limitaciones de esos modelos, la situación se ha vuelto más bien conflictiva y difícil, y abundan los intentos de proclamar cierta independencia, en la que cabría a lo sumo algunas referencias externas a la otra parte, e incluso a plantear cada uno un discurso sobre lo religioso desde la crítica al otro, o en abierta concurrencia. En esa situación, buscar modelos nuevos que puedan resolver el contraste se convierte en una urgencia. Se registran ya algunos de esos intentos desde el inicio de nuestro siglo: el modelo fenomenológico de conformidad de Max Scheler, el hermenéutico de Bultmann, el de correlación de Tillich y el modelo de reflexión trascendental de Rahner. Ferretti desea ir más allá de esas posibilidades, que han mostrado al mismo tiempo su eficacia y sus limitaciones; para ello aprovecha el filón hermenéutico, no tanto en la orientación gadameriana, que muestra sus «debilidades» postmodernas, sino en la obra de L. Pareyson, capaz de mantener simultáneamente el carácter absoluto e infinito de la verdad, y su historicidad abierta siempre a nuevas e inextinguibles interpretaciones.
Ferretti concluye afirmando un modelo de diálogo entre dos disciplinas, la filosofía y la teología, que siendo conscientes del carácter absoluto de la verdad, a la que están convocadas, no pierden de vista también la diversidad de sus manifestaciones y de las posibilidades de apropiación. Ese diálogo estará marcado por la tensión, pero interesará a ambas por igual en la común tarea de contrarrestar el peligroso impulso de una ciencia y técnica que, guiadas por el criterio de eficacia, amenazan con homogeneizar lo real, perdiendo de vista todo sentido de la verdad.
Al ensayo de Ferretti siguen algunas comunicaciones que tratan de mostrar esa difícil relación en algunos representantes paradigmáticos: Platón, Scheler, Rosenzweig, Bonhoeffer y Rosmini; otra comunicación se dedica a analizar más detenidamente la crisis de la neoescolástica. Dos de las tres últimas plantean análisis y vías de solución a partir de la nueva autocomprensión de esas disciplinas: C. Greco intenta comprender las cosas desde una teología fundamental convertida en reflexión sobre la revelación de Dios en la historia, superadora por tanto de su sumisión al dogma o a la verdad del dogma, que integra la función reveladora del signo, y también la función clarificadora y hermenéutica de los saberes humanos.
Por su parte C. Taddei Ferretti propone un análisis de la relación bajo el significativo título «II Dio di Adamo ed Eva», es decir, el Dios que creó el ser humano como hombre y mujer, es también el Dios de las múltiples posibilidades de acceso, del kerigma y de la razón en su búsqueda coherente. Las posibilidades de integración son así aseguradas por un reconocimiento tanto del imprescindible elemento cognitivo en la fe kerigmática, como de la apertura necesaria en la reflexión filosófica. Esa integración encuentra en el discurso de Pablo en el Areó-pago su figura, y en los escritos de Lonergan su base metodológica.
Conviene señalar también una breve comunicación sobre «Dio e la grammatica», que abre en el campo del análisis del lenguaje religioso y poético nuevos campos de relación.
La obra que comentamos incluye las discusiones entre los participantes en el simposio, reunidas por temas: «Tradiciones asimétricas», «El saber de la fe», «Evidencia simbólica»... Es imposible referir en este breve comentario el contenido de esos debates, rico y sugestivo. Se trata generalmente de someter a crítica el modelo aportado por el relator principal, Ferretti, quien al final de cada turno de cuestiones responde a todos los participantes, aprovechando la ocasión para profundizar en algunas direcciones su propuesta, es decir: la riqueza de una verdad, que aún habiéndose revelado de forma definitiva en Cristo, no agota en absoluto la posibilidad de otros accesos. Esas discusiones dan ocasión también para repasar el difícil estatuto de una teología de la Revelación, como el expuesto por Greco, y de evidenciar los límites de las disciplinas en relación.
Una obra importante, a la que esperemos sigan otras investigaciones capaces de continuar la reflexión iniciada. Sería deseable asimismo que esa búsqueda de una nueva relación entre la teología y la filosofía, que hoy se apoya fundamentalmente en los paradigmas de la filosofía hermenéutica, fenomenológica y en el pensamiento trascendental, pueda abrirse a otras aportaciones teóricas, incluso del campo de las ciencias, que siempre pueden fecundar y constituir una provocación para el trabajo teológico.
|