Inizio > Pubblicazioni > Vazquez Janeiro Venerdì 03 maggio 2024

Informazione sulla pubblicazione:
Recensione: AA.VV., La mariologia di S. MassimiUano M. Kolbe. Atti del Congresso Internazionale, Roma, 8-12 ottobre 1984, a cura di F.S. Pancheri

 
 
 
Foto Vazquez Janeiro Isaac , Recensione: AA.VV., La mariologia di S. MassimiUano M. Kolbe. Atti del Congresso Internazionale, Roma, 8-12 ottobre 1984, a cura di F.S. Pancheri , in Antonianum, 61/1 (1986) p. 198-200 .
Sommario in spagnolo:

Volumen imponente, y no sólo por su mole. También por la amplitud de perspectivas con que es estudiado el tema central, o sea, la mariologia de Maximiliano Kolbe: pensamiento mariano-inmaculista kolbiano en sí mismo, en su entorno inmediato, en sus fuentes histórico-doctrinales, y en sus virtualidades de cara al futuro. Digno y merecido homenaje al que fue «miles Immaculatae» y heroico mártir de Auschwitz y es ahora santo de la Iglesia.

Imposible resumir en los obligados límites de una reseña los veinte interesantes estudios — algunos son verdaderas monografías — que integran las tres partes en que se divide el volumen. Me contentaré con indicar apenas autores y títulos. Después de la « presentación » del editor, F.S. Pancheri (t 25.2.1986), y de los discursos introductorios de card. A. Sabattani y del ministro general L.M. Serrini, los cuatro artículos de la primera parte nos llevan a descubrir «le radici storiche e dottri-nali del pensiero kolbiano»: detalladísimo estudio de la formación romana (1912-1919) de Kolbe, filosófica (en la Gregoriana), teológica, espiritual, franciscana y eclesial (en el Colegio-Facultad de S. Buenaven­tura) (L. Di Fonzo: 11-205); herencia espiritual polaca (D.M. Synowiec: 206-238); génesis de su pensamiento (J. Domanski: 239-272); la tradición mañana en la Orden franciscana  (L.  Iammarrone:   273-323).

Los ocho trabajos que integran la segunda parte abordan diversos temas del pensamiento mariano kolbiano en sí mismo y en relación con la mariologia de nuestro siglo: valoración teológica de los escritos de Kolbe (E. Piacentini: 327-381), la Inmaculada y el misterio de la Trinidad (P.D. Fehlner: 382-416); la Inmaculada Concepción centro de la mariologia de K. (F.S. Pancheri: 417-476); la consagración a la Inmaculada (S. De Fiores: 477-507); la mediación de la Inmaculada (H.M. Manteau-Bonamy: 508-530); la maternidad espiritual de María en K. y en el Vaticano II (D. Bertetto: 531-563); la mariologia y sus problemas en nuestro siglo (St. C. Napiórkowski: 564-575); el pensamiento de K. y la mariologia actual (A. Pompei:  576-611).

Por último, los ocho artículos restantes que van agrupados en la tercera parte bajo el título genérico de «contributi vari», explicitan aspectos   tal   vez   ya   tratados   anteriormente,   o   ponen   de   relieve   la actualidad del mensaje kolbiano que, aunque bajo diversas formas, es siempre un mensaje mariano: Fuentes teológicas de ese mensaje (S.M. Ragazzini: 615-627); finalidad de la «Milicia de la Inmaculada» (A. Bla-succi: 628-643); K. y el jansenismo (B. Costa: 644-661); Inmaculada y apostolado (Mons. L. Moreira Neves: 662-670); experiencias apostólicas (V. Tizi: 671-688); la función de la prensa en la organización apostólica (A. Zincarini: 689-712); el mensaje kolbiano en el actual contexto cultural (0. Todisco: 713-741); La «Milicia de la Inmaculada» como propuesta existencial de K. (R. Mariano).

Sobre S. Maximiliano Kolbe se continuará ciertamente escribiendo mucho. Pero este denso y extenso Volumen será punto de referencia obligado. Prestará también grande utilidad a los especialistas de la mariología actual; a su vez, los interesados por la mariología histórica de la escuela franciscana encontrarán en el concienzudo estudio de L. Iammarrone una sólida base para ulteriores  trabajos.

Por mi parte, he leído con particular interés el trabajo de D.M. Sy-nowiec. Y explico el por qué: tengo a la vista dos grupos de cartas inéditas dirigidas a la Santa Sede en 1732-1733 por las que se pide que la Inmaculada Concepción sea declarada dogma de fe cuanto antes; un grupo de cartas proviene de España, el otro, de Polonia: en ambos existe el mismo rigor teológico, en ambos vibran los mismos encen­didísimos sentimientos de fe, de fervor, de devoción, de entusiasmo; sin embargo, dentro de esa espiritualidad sustancialmente común, se percibe en el grupo de documentos polaco un algo diverso y, por tanto, propio, que lo distingue del grupo español. Esa diversidad, no esencial, sino tal vez sólo de motivaciones, que resulta de la documentación inédita (y que espero ayudará a matizar alguno de los finos análisis de Synowiec), a mi modesto parecer, pudiera formularse más o menos así: para los espa­ñoles, además de las razones teológicas y religiosas (los famosos votos inmaculistas), cuentan, sobre todo, las razones de mantener unas tra­diciones patrias, de las que se glorían (« Cuánto haya María Santísima honrado esta península de España, cierto es que Vuestra Beatitud no lo ignora », dice la ciudad de Jaén; « Corduba, antiqua civitas..., in festo Conceptionis celebrando omnes Iberiae urbes excellere videtur: nulli cedit... », afirma el obispo de Córdoba; « La ciudad de Granada, postra­da..., dice: Que desde el primer siglo... (según piadosa revelación) fue especial favorecida de la suprema Reina de los Angeles... pues... se dignó de honrarla en vida, siendo conducida a ella... »; « Por este... tan empeñado y devoto culto... tiene establecido el reyno de Aragón entre sus fueros la más antigua ley que se reconoce», recuerda la ciudad de Zaragoza).

Para los polacos, en cambio, María Inmaculada no es sólo objeto de la teología o una gloria nacional más que pertenece al pasado; la sienten como una realidad viva, presente y operante en cada momento y espe­cialmente en los momentos difíciles, como eran, a la sazón, los que sucedieron a la muerte del rey Augusto II. He aquí algunos textos antológicos. El primado de Polonia, y, a la sazón, presidente del Reino, Teodoro Potocki, esperaba de la Virgen Inmaculada — cuya definición pide al papa vehementemente en nombre de toda la nación polaca — « subditae sibi gentis huius curam non deserturae, immo eandem nunc in se benignius et impensius suscepturae, ubi deficiente rege mortali, ac regni habenas dimitiente Augusto II, augustissimae huic et immortali caeli populique Poloni Reginae easdem intercipere ac orphanos hos status per se regere ac protegeré, iam de iure suo... competat et incum-bat ». Por su parte, el obispo latino de Kijew, Samuel de Ossa Ozga: « Hanc [se. Immaculatam Conceptionem] semper corde venerandam tuli; hanc ore, ubivis locorum, potissimum in dioecesi mea, depraedicavi; hanc in asperrimis schismaticis meae [dioecesis] praefatae partibus, pro vi-ribus exilibus plantavi, laborumque meorum apostolicorum coadiutricem eandem immaculate conceptam Christi matrem adoravi [!]. Cum enim in nomine Domini necnon praesidio Immaculatae Conceptionis..,, in desertam ingressus dioecesis meae Arabiam, tres dumtaxat in suis adhuc sepultas ruinis miserrimus pastor inveni ecclesias; nunc, ope eiusdem protectricis, triginta tres ecclesiarum numerat dioecesis Kiioviensis basílicas». Por último, el primer ministro de Polonia se expresaba así: « Ab incunabulis religionis sanctae catholicae, Regnum Poloniae Virginem Deiparam Re-ginam suam vocat, profitetur, veneratur et colit. Quisquís igitur hoc in puncto contrarium honori eius senserit, scripserit vel praedicaverit, anathema sit, ferventissime postulamus... Ego quoque nullus ambigo quin rebus in arduis, etiam modo, praesentissimam Reginae nostrae experia-mur opem, quam retroactis saeculis in periculis suis Polonia principem auxiliatricem habuerit».

A la luz de estos testimonios del pasado, se comprende que sólo de un hombre de la talla del héroe de Auschwitz se pueda decir sin exage­ración: «l'Immacolata é anche un dono che S. Massimiliano ha aggiunto a questa ereditá ed ha offerto alia Polonia» (p. 213).

 

 


 



 
 
 
 
 
 
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