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Recensione: Antoni Bordoy, La filosofía de Ramon Llull

 
 
 
Foto Barceló Rafael Ramis , Recensione: Antoni Bordoy, La filosofía de Ramon Llull, in Antonianum, 86/4 (2011) p. 818-823 .
Sommario in spagnolo:

La obra de Ramon Llull constituye una de las grandes cimas del pensamiento medieval, pero en ella se encuentran tan estrechamente ligadas la teologia y la filosofia, que resulta casi imposible separarlas. Sucede lo mismo con San Buenaventura, Duns Escoto, Santo Tomas, San Alberto Magno y otros pensadores del siglo XIII. Resulta evidente que ha pasado ya la epoca de las “filosofias” escotista o tomista, dispuestas en forma de manuales escolasticos y se impone actualmente la era de la reflexion hermeneutica acerca de sus obras.

Cabe pensar, como sucede por ejemplo en la obra coordinada por J. A. Merino y de F. Martinez Fresnada (Manual de Filosofia franciscana, Madrid, 2004), que la exposicion sistematica se aviene con una lectura exigente, al hilo de la filosofia actual. La obra de Llull ha sido menos atendida, porque nunca ha sido materia obligatoria para la orden religiosa (pese a que Ramon Gaufredi permitio predicar en los conventos italianos al Doctor Iluminado y en el siglo XVII se establecieron catedras de lulismo para el aprendizaje de los franciscanos mallorquines).

La idea de una “filosofia luliana”, entendida como materia diferente de la teologia, se encontraba ya en el Renacimiento, pero no tomo cuerpo hasta que se establecio en Mallorca una catedra de filosofia luliana para el estudio del Arte durante el siglo XVII. Dicha catedra permitio una sistematizacion escolastica de la filosofia luliana, que avivo el estudio teologico y que fue, a su vez, espoleada por la hermeneutica de las obras lulianas desde la teologia.

Fue el XIX un momento en el que, bajo el fervor historicista, se intentaron compendiar las ideas filosoficas de cada autor en “sistemas de pensamiento”. La labor selectiva y sistematica de Haureau, Littre o Probst marco la autonomia de la obra filosofica de Llull y tuvo su contrapartida en los debates hispanicos sobre la constitucion historica de una filosofia espanola, asi como tambien en el marco identitario de una filosofia catalana.

En el siglo XX, la “filosofia luliana” perdio peso a favor del “pensamiento” luliano, que permitio una lectura mas libre y contextualizada de su obra. Asi, Pring-Mill (El microcosmos lullia, Palma, 1961), Armand Llinares (Raymond Lulle, philosophie de l’action, Paris, 1993) o Cruz Hernandez (El pensamiento de Ramon Llull, Madrid, 1977) se atrevieron a compendiar el pensamiento luliano, aunque explicando su obra filosofica al amparo de otros estudios de caracter teologico, social o cultural.

Pese a que haya una cierta tradicion filosofica, el lulismo no tiene hoy apenas cultivadores estrictamente filosoficos. Los lulistas mas destacados de nuestro tiempo (Gaya, Bonner, Lohr, Rubio, Trias...) se han concentrado en facetas muy concretas y, pese al indudable valor de sus obras, no han escrito un “manual” que exponga ordenadamente la “filosofia” luliana. Eso contribuye, tal vez, a que Llull sea un autor de dificil acceso para estudiantes y estudiosos.

Por ese motivo, resulta muy bienvenida la obra del profesor Antoni Bordoy, pues viene a llenar un importante vacio intelectual. Bordoy ensena Fi losofia medieval en la Universidad de las Islas Baleares y su formacion como medievalista se ha producido casi integramente en el CNRS de Paris. El libro es fruto de su investigacion parisina sobre la filosofia del siglo XIII y de la transmision del corpus aristotelico, pues el principal objetivo del autor es encuadrar a Llull en el debate filosofico de su tiempo.

Antoni Bordoy se dirige, acertadamente, a la Filosofia en mayusculas, estudiando esquematica y ordenadamente los temas mas sustanciosos de Llull, intentando separar (pero no eludir) los problemas teologicos que la obra del Doctor Iluminado presenta. Siguiendo la doctrina de la epoca, el autor intenta estructurar la filosofia de Llull a partir de nuestras categorias actuales, sin desdecir la vision luliana y medievalistica. Hay que destacar lo meritorio de esta decision, pues hubiese resultado mas sencillo rehuir de algunos problemas fronterizos entre la filosofia y la teologia (que son muchos), asi como otros tantos concernientes a materias que hoy en dia no pertenecen a la filosofia (fisica, astronomia, geometria etc.)

Se trata, por lo tanto, de un enfoque deliberadamente “teoretico”, enraizado en la metafisica luliana, en la que se discuten con amplitud cuestiones de “teologia natural” y de ontologia, pasando despues por la “filosofia natural”, por la epistemologia y finalmente por la antropologia. Solo la etica asoma al final de la obra, como preludio de lo que seria otro libro sobre el pensamiento luliano (social, politico, juridico etc.) que tal vez no podria considerarse en puridad -o como minimo desde las coordenadas de la filosofia mas fenomenologica- una obra “filosofica”.

Bordoy ladea lo que en nuestros dias denominamos “filosofia practica” e intenta delimitar en Llull lo propiamente teoretico frente a lo extrafilosofico (teologico, linguistico...), y es consciente de que esa labor es dificil y resulta tal vez mas un ejercicio intelectual que una verdad historica. Dicho ejercicio, como subraya el teologo Jordi Gaya en el prologo, ayuda a pensar y a repensar a Llull. No tengo ninguna duda de que dicha operacion intelectual resulta altamente instructiva y necesaria, pese a que el lector debe tener presente que en Llull -como en muchos de sus pensadores coetaneos- no existe una separacion sistematica entre lo filosofico y lo teologico, pese a que algunos titulos del Doctor iluminados induzcan a pensar lo contrario.

El ejercicio obliga a Bordoy a situar a Llull en el marco de la filosofia parisina del momento, a saber, en la querella entre filosofos y teologos y en el marco de la condena del obispo Tempier de las tesis hereticas. En efecto, la recepcion del corpus aristotelico y los posicionamientos frente a el determinan, en buena medida, el nacimiento de una “filosofia” independiente de la teologia. En esta vertiente, el autor muestra un conocimiento implicito de los trabajos mas actualizados (aunque solo cita a Piche y a Bianchi).

Llull, ciertamente, no puede encuadrarse entre los maestros de artes, pero tampoco entre los teologos escolasticos. En su filosofia se encuentran elementos de unos y otros, pero su obra no se deja reducir a una plantilla ajena. La personalidad de Llull determina que su sistema eclectico y singularisimo acabe teniendo conexiones con todos ellos, pero tambien importantes diferencias que obligan a que su obra no se pueda equiparar a ninguna otra.

Mientras que la primera parte contextualiza al Doctor Iluminado en su marco filosofico, la segunda se reserva para la explicacion de la metafisica, en intima conexion con la teologia. Tal vez el tercer capitulo sea el mas original, pues en el se encuentra una exposicion de la filosofia natural, un aspecto bastante desatendido en muchos otros libros, que permite al lector hacerse una idea de la astronomia, de la fisica y de la geometria de Llull.

Tal vez en un futuro el autor del libro se anime tambien a completar esa vision renovadora sobre el quadrivium con un estudio sobre el trivium, destacando tambien las innovaciones de Llull en el campo de la retorica y de la dialectica, sobre todo para mostrar -como ha destacado Mark D. Johnston (The Semblance of Significance: Language and Exemplarism in the Art≫ of Ramon Llull, Michigan, 1978)- que el poligrafo mallorquin la uso como una forma novedosa para argumentar, o incluso delimitar las posibilidades de una lectura semiotica de la obra del Beato.

La cuarta parte es una exposicion detallada de la epistemologia luliana, en la que se ponen las bases de la “psicologia” de Llull, de los limites del conocimiento intelectual y del Arte como instrumento para alcanzar la verdad. La quinta y ultima parte traza el camino desde la antropologia hasta la etica, destacando los problemas sobre la naturaleza humana, asi como los temas sobre el determinismo, la predestinacion y el libre albedrio, para concluir con un estudio sobre la etica basado en las virtudes y los pecados.

Espigando en la obra de Bordoy, he querido ver tres tesis de partida que presiden su enfoque. La primera de ellas ya la he mencionado indirectamente: el enfoque contextualista en el marco de la disputa filosofica parisina. Me ha sorprendido ver solo indicada la idea del christianus arabigus, tan cara a Lohr y actualmente a Fidora, que podria dar mucho juego en el marco del medievalismo policentrico de Alain de Libera, que Bordoy conoce muy bien.

La segunda tesis es el estudio de Llull desde las raices neoplatonicas, un hecho que permite ladear el influjo islamico tan presente, por ejemplo, en Cruz Hernandez. El autor se retrotrae a las fuentes del neoplatonismo cristiano para enfatizar la particular recepcion agustiniana de Llull, asi como para mostrar los caminos indirectos por los que pudo llegar al mallorquin (Escoto Eriugena, San Anselmo...) Este esquema agustiniano (pp. 55 y ss.), como explica el autor, se ve enriquecido con terminologia netamente aristotelica, adaptada a las necesidades conceptuales de Llull, extremo que favorece un pensamiento eclectico y dificilmente identificable. El libro pone el acento en la importancia de los correlativos como base de una ontologia dinamica y de una vision trinitaria distinta a la de cualquiera de sus coetaneos.

La tercera tesis es mostrar el equilibrio de Llull entre franciscanos y dominicos, sin decantarse ni por unos ni por otros, sino siguiendo un camino propio capaz de llegar a acuerdos basicos con ellos. Con todo, si hay algun autor con el que se puedan hallar mas analogias que con los demas es San Buenaventura, precisamente por el hecho de absorber el aristotelismo a partir de la base platonico-agustiniana (p. 42). Creo que Bordoy acierta plenamente en su idea de mostrar la singularidad de Llull, capaz de buscar consensos no solo entre cristianos, sino tambien entre musulmanes y judios.

Con tales bases de lectura, la exposicion del profesor mallorquin fluye ordenadamente desde las cuestiones de filosofia primera hasta la antropologia y la etica. El libro esta centrado en la filosofia teoretica y, con ello, desplaza implicitamente algunas de las concepciones mas arraigadas. Son tal vez tres los rasgos “filosoficos” que quedan ladeados en el libro: la logica, la antropologia y la “accion”.

En la obra no hay un tratamiento especifico de la logica -aunque aparece subsumida en el estudio del Arte y en otras consideraciones- frente a otras visiones que, desde la escolastica de la Universidad Luliana de Mallorca, habian otorgado un importantisimo peso a la logica luliana como primera piedra de su edificio filosofico. En el siglo XX, tal vez hayan sido el franciscano Platzeck -en alguna ocasion desde estas paginas de Antonianum- y Charles Lohr los autores que mas han destacado la logica ontologica luliana.

En cuanto a la antropologia, para Bordoy esta encarna casi el punto y final de su obra, mientras que para autores como Trias Mercant (Ramon Llull. El pensamiento y la palabra, Palma, 1993) representaba el centro de su comprension linguistica de la obra de Llull. Respecto de la accion, frente a la actitud blondeliana de Llinares, que buscaba una total correlacion entre pensamiento y accion, para Bordoy esta representa solo una consecuencia de su planteamiento filosofico y no una parte nuclear de su filosofia.

Mientras que autores como Jordi Gaya han trazado una teologia de la mision (Raimondo Lullo. Una teologia per la missione, Milan, 2002), subrayando el caracter apologetico de su obra teologica, para el autor de este libro la obra apologetica de Llull no forma parte de su “filosofia”. En este sentido, se muestra mas cercano a Bonner (The Art and Logic of Ramon Llull: A User's Guide, Leiden-Boston, 2007), que busca en el Arte la estructura que converge y diverge de los planteamientos filosoficos de su tiempo, que la explicacion apologetica y misional del Arte que defendio, por ejemplo, Pring-Mill.

Bordoy, en suma, propugna una lectura desde la filosofia, centrada en los intereses de un filosofo actual y desde la perspectiva de los “artistas” de la Facultad de Paris. Dada la novedad de su planteamiento, debe subrayarse su valentia expositiva. Al establecerse como lectura que es ensayistica y manualistica, sacrifica muchas de las notas a pie de pagina que, por ejemplo, usan autores como Llinares, pero deja bastantes referencias, sobre todo de fuentes primarias, para que el lector pueda confrontarlas.

Su exposicion es clara y no tiene una intencion polemica, pues prefiere intentar una lectura nueva de Llull, antes que entablar un dialogo con otras posturas. Pese al orden expositivo, cabe decir que la obra puede presentar dificultades para un publico con poco entrenamiento filosofico y quizas sea necesario complementar dicha obra con otra de caracter mas biografico para entender las imbricaciones del binomio vida-obra en el caso de Llull.

En definitiva, este libro representa un trabajo muy elaborado, que proporciona una vision diferente y complementaria a las demas. Puede ayudar a muchos estudiantes a entender mejor la filosofia teoretica de Llull, asi como permite poner las bases para ulteriores trabajos, tanto del autor como de otros investigadores. Algunos lapsus calami y vacilaciones estilisticas que se detectan con facilidad no empecen en absoluto una obra que merece, sin duda, la atencion de estudiosos y especialistas, y que consagra al profesor Antoni Bordoy como uno de los lulistas con mayor recorrido en los anos venideros.



 
 
 
 
 
 
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