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Informazione sulla pubblicazione:
Recensione: Clemens Dólken, Katholische Sozialtheorie und libérale Okonomik

 
 
 
Foto Oviedo Lluis , Recensione: Clemens Dólken, Katholische Sozialtheorie und libérale Okonomik , in Antonianum, 69/1 (1994) p. 129-131 .
Sommario in spagnolo:

El libro que comentamos se presenta como un esfuerzo sistemático de supe­ración da la tradicional exclusión entre la economía liberal y la enseñanza social de la Iglesia. La voluntad del autor es proseguir la línea de investigación de auto­res como W. Weber, E. Boettcher, B. Schüller y K. Homman, que dieron un cará­cter Interdisciplinar a su trabajo y han sabido ir más allá de los tópicos que toda­vía hoy se formulan en torno a la incompatibilidad existente entre el ámbito de la economía moderna y la moral católica.

Habría que remontarse al menos a Max Weber, quien ya desde sus primeros escritos, aunque de forma más incisiva en su Zwischenbetrachtung, desarrollara la teoría de la incompatibilidad entre la economía racional y la ética cristiana de fraternidad; esa tesis alimentaba la idea de una progresiva secularización de la socie­dad desarrollada a causa del agotamiento de los espacios en los que la propuesta cristiana puede hacerse presente. Sin embargo, la obra que hemos leido no se re­fiere tanto a los problemas que surgen por parte de las modernas ciencias socia­les, sino a las dificultades que planteó la doctrina social de la Iglesia en los años 50 y 60 de nuestro siglo. Sea desde un sector o desde el otro, lo cierto es que en muchos círculos de reflexión eclesial se percibía el carácter insatisfactorio de esa declarada hostilidad; para algunos incluso parecía que la reconciliación con la moderna economía de mercado constituía una de las tareas que había sufrido un mayor retraso y aplazamiento en el conjunto de las tensiones que caracterizaron la relación de la Iglesia y la Modernidad.

El libro de Dólken es el resultado de una investigación doctoral, alentada por algunos de los autores antes citados, que contribuye a despejar el camino de encuentro entre la propuasta práctica cristiana y la dinámica económica de las so­ciedades desarrolladas. El libro se divide en tres partes:

  1. En la primera se pasa revista al estado de la discusión en las décadas de los 50 y 60, acentuando la necesidad de una revisión actual de dicho debate. La discusión parte de la conflictiva relación política y cultural que se vivió entre la Iglesia y el liberalismo en el siglo XIX, para exponer de forma sistemática los grandes puntos de contraste; los teóricos, que incluyen las objeciones de nomina­lismo y deismo; y los prácticos, que incluyen el problema del individualismo, la concepción formalista de la libertad y los déficits en el campo de la justicia social. Este capítulo incluye un interesante apartado sobre las convergencias entre neoli-beralismo y doctrina social de la Iglesia, que se centran en: la idea de propiedad, el principio de subsidiarledad, el de solidaridad y la idea de «bien común».
  2. La segunda parte profundiza en la discusión de los problemas tratados, especificando las concepciones teóricas da los contendientes. Es de especial inte­rés el estudio de la cuestión del individualismo (al que se conecta el tema del su­bjetivismo y el relativismo moral), como uno de los escollos principales que impi­den el encuentro. El autor concluye su análisis afirmando que son más bien pro­blemas de tipo epistemológico, o de construcción teórica los que impiden la rela­ción o acercamiento de ambas perspectivas.
  3. El último capítulo se titula «Posibilidades de integración», y desarrolla la tesis de K. Homman que exige la cooperación de teorías de distinto signo como condición de un progreso en el conocimiento de la realidad. Más allá de una con­cepción epistemológica que superpone los paradigmas en base a su falsificación o que parte de la incompatibilidad entre paradigmas, se defiende el carácter plural de las formas de observación de la realidad y su colaboración en vistas a com­prenderla mejor. Desde esa perspectiva se desestiman las dificultades de carácter más teórico, cuyo fondo era la discusión entre realismo teológico y nominalismo empírico, y se pasa revisión a las ideas liberales a partir de teorías más amplias sobre el mercado y la libre competencia, que van al encuentro de las concepcio­nes valorativas cristianas y hacen compatible su idea de justicia.

En el fondo se mantiene la cuestión sobre la cualificación moral del principio de la economía liberal: la maximalización individual de la utilidad como forma de actuación racional en una situación de libre competencia; la tradición liberal ha defendido que desde esa racionalidad individual se consigue el bien común; natu­ralmente se ha producido una maduración teórica en el campo de la teoría económica normativa — como es el caso de Pareto — que ha contribuido a perfilar mejor esa idea de «bien común», y que vinculan la cuestión de la producción a la de distribución. En todo caso el autor previene ante los enfoques morales de ca­rácter idealista, que en su representación de la esfera práctica son irrefutables, pero que, al ignorar sistemáticamente la realidad social y los condicionamientos del sistema económico, se vuelven absolutamente inaplicables. Así mismo se de­fiende la posibilidad de que los desarrollos dentro de la teoría liberal del marcado — teoría del contrato, teoría de la cooperación y la Nueva Economía Política — contribuirán decisivamente a la superación de las objeciones éticas formuladas desde la perspectiva católica.

Hay que reconocer a esta investigación el rigor propio de los trabajos acadé­micos de la mejor tradición germana, el esfuerzo por no dejar ningún cabo suelto y la minuciosidad de la exposición. Agradecemos además la actualidad del tema, que devuelve a la investigación doctoral su interés, y las aportaciones más especi­ficas en cuanto búsqueda de vías de superación de la declarada incompatibilidad entre la perspectiva moral católica y los postulados de la economía neoliberal. La parte crítica se orienta a los límites propios del trabajo: ciertamente el autor asume como programa la disolución de las aporías a que conducía la visión de la doctrina social de la Iglesia de los años 50 y 60 en la representación de la reali­dad económica. Para ello se recurre a desarrollos teóricos mucho más recientes en el campo de la teoría económica, formulados en su mayoría entre los años 70 y 80, lo cual nos parece un procedimiento legítimo. Lo que nos gustaría es que tam­bién se recogiera la evolución dentro de la doctrina social católica, hasta las más recientes encíclicas. En ese sentido deberían haberse tenido en cuenta temas como el «materialismo económico», la devaluación de la cultura del trabajo frente a una economía especulativa y los complejos temas de las relaciones económicas internacionales; se trata en general de cuestiones que enriquecen y prosiguen el debate entre la economía neoliberal de mercado y la Doctrina Social de la Igle­sia, que seguramente van más allá de los límites Ajados por el autor, que me au­guro siga aprovechando su copiosa erudición para hacer fecundos esos contra­stes.



 
 
 
 
 
 
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