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Datos sobre la publicación:
Inteligencia artificial y sabiduría (6.03.2024), (26) (original en Inglés)

 
 
 
 
Foto Carbajo-Núñez , Inteligencia artificial y sabiduría (6.03.2024), (26) (original en Inglés), in Blog: www.cssr.news, 26-ES (2024) p. 2 .

"Este invento dará origen en las almas de quienes lo aprendan al olvido, por descuido del cultivo de la memoria, ya que los hombres, […] serán traídos al recuerdo desde fuera, por unos caracteres ajenos a ellos, no desde dentro, por su propio esfuerzo. Así que, no es un remedio para la memoria, sino para suscitar el recuerdo lo que es tu invento. Apariencia de sabiduría y no sabiduría verdadera procuras a tus discípulos. Pues habiendo oído hablar de muchas cosas sin instrucción, darán la impresión de conocer muchas cosas, a pesar de ser en su mayoría unos perfectos ignorantes; y serán fastidiosos de tratar, al haberse convertido, en vez de sabios, en hombres con la presunción de serlo"[1]

Dimensión técnica frente a dimensión antropológica

Estas palabras sobre la escritura, que Platón atribuye a Sócrates (469-399 a.C.), son bastante similares a las que se suelen decir hoy sobre la inteligencia artificial (IA). Esto demuestra que, a nivel antropológico, los desafíos éticos de la comunicación han sido esencialmente los mismos a lo largo de los siglos, a pesar de que las tecnologías utilizadas han cambiado y siguen evolucionando.

Necesitamos distinguir claramente entre las dimensiones técnicas y antropológicas de la comunicación. De hecho, "los desafíos que plantea la IA no son sólo técnicos, sino también antropológicos, educativos, sociales y políticos", pues "tienen que ver con el significado de la vida humana, los procesos básicos del conocimiento y la capacidad de la mente de alcanzar la verdad" (JMP 2024, 2-3)
 

Un salto cualitativo: la IA generativa

El término "IA" se aplica a "una galaxia de realidades distintas", por lo que es muy difícil dar una definición unívoca de ella. Abarca una gran "variedad de ciencias, teorías y técnicas dirigidas a hacer que las máquinas reproduzcan o imiten" capacidades asociadas a la inteligencia humana como la creatividad, el aprendizaje automático (machine learning) y la planificación.  

La IA lleva mucho tiempo entre nosotros en diversas formas: redes sociales, asistentes virtuales, pagos electrónicos, motores de búsqueda, traducción automática, reconocimiento facial y de voz, robots, drones, coches autónomos, etc.

Recientemente ha habido un salto cualitativo con sistemas de IA generativos que pueden "producir textos sintácticamente y semánticamente coherentes" (ChatGPT, Bing, Bard, YouChat, etc.) e imágenes (Dall-E, Midjourney, Leonardo, Jasper, etc.). Esta rápida evolución "está modificando radicalmente la información y la comunicación, y a través de ellas, algunos de los fundamentos de la convivencia civil" (JCS 2024). De hecho, resulta cada vez más difícil distinguir entre la computación y el pensamiento. En este nuevo entorno cultural, ¿cómo podemos alcanzar la sabiduría y la "comunicación plenamente humana"?
 

Apariencia de sabiduría vs verdadera sabiduría

La IA y otras Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) ofrecen enormes posibilidades, pero son incapaces, por sí mismas, de llevarnos a la sabiduría y a la comunicación auténtica. En efecto, "no es la tecnología la que determina si la comunicación es auténtica o no, sino el corazón del hombre y su capacidad para usar bien los medios a su disposición" (JCS 2016).

En nuestro mundo tecnológico, podemos confundir el saber con la resolución de problemas; la conexión rápida con el conocimiento seguro; las relaciones auténticas con los simples contactos; el pasar informaciones con la amistad; el bien con el beneficio; la novedad con la belleza y la experiencia subjetiva con la verdad (JCS 2009 y 2024).

Sócrates decía que la escritura no puede llevarnos a la sabiduría, pues carece de un interlocutor definido que pueda responder a las posibles objeciones. En efecto, cuando se soslayan las dimensiones relacionales, todo se convierte en un objeto distante para ser conocido y dominado. Incluso la singularidad de la persona humana se reduce a meros datos.

La verdadera sabiduría está siempre unida a "la relación existencial" (JCS 2024), a la misericordia, al diálogo y a la apertura acogedora a la diversidad. No puede equipararse a un racionalismo excesivamente académico, distante del grito de la tierra y del grito de los pobres. Por lo tanto, el estudio y la investigación se convierten en formas de amar, tal como lo vivieron grandes filósofos de la antigüedad.
"La ciencia en sus comienzos, fue debida a hombres que tenían amor al mundo. Percibían la belleza de las estrellas y del mar, de los vientos y de las montañas. Porque amaban todas esas cosas, sus pensamientos se ocupaban de ellas y deseaban entenderlas más íntimamente que lo que la mera contemplación exterior hacía posible. «El mundo –decía Heráclito- es un fuego siempre vivo». Heráclito y los demás filósofos jónicos, de los que vino el primer impulso hacia el conocimiento científico, sintieron la extraña belleza del mundo casi como una locura, en la sangre. […] Pero, paso a paso, el impulso-poder ha dominado por completo al impulso-amor”[2].

La verdadera sabiduría ("sapere", saborear) es la que da "sabor" a la vida. Sin ella, "la existencia se vuelve insípida" (JCS 2024) y somos incapaces de sentir y de comprender que todo está conectado. No es solo un conocimiento analítico, racional e instrumental, sino un modo de ser y de vivir en fraterna reciprocidad. En efecto, de poco sirve conocer la naturaleza, analizarla y revelar su estructura interna, si no la amamos. En esta perspectiva, el saber es sinónimo de reconocer, de abrirse al misterio, de crecer en sabiduría y en capacidad de amar.
 

"Muchas palabras no son nunca un indicio de mucha sabiduría"

"Los sistemas de inteligencia artificial pueden contribuir al proceso de liberación de la ignorancia y facilitar el intercambio de información entre pueblos y generaciones diferentes" (JCS 2024), pero por sí mismos son incapaces de dar sentido a los datos que proporcionan.

“Muchas palabras no son nunca un indicio de mucha sabiduría”[4], afirmaba Tales de Mileto (s. vii-vi a.C.), Asimismo, Séneca reaccionaba irónicamente ante las innumerables sentencias que le proponía Lucilio: “¿Necesito saber todo eso?”[5]

El flujo continuo de enormes cantidades de información complica su elaboración, interpretación y estructuración, haciendo difícil la asimilación reflexiva. Podemos informarnos sin comunicarnos, recibir muchos datos sin estructurar nuestro pensamiento. Un diluvio de información puede crear confusión en vez de aumentar nuestro conocimiento; y por no hablar mucho nos comunicamos más.
 

“Solo sé que no sé nada”

La IA puede reforzar en nosotros "una prometeica presunción de autosuficiencia" y un deseo obsesivo de controlar todo, perdiendo el "sentido del límite" (JMP 2024, 4). Para evitarlo, el sujeto tiene que aprender a valorizarse en modo crítico y realista, viviendo los anhelos dentro del límite, integrando la debilidad y el posible fracaso[6], dominando las propias pulsiones y superando la dependencia de la gratificación inmediata.

"Conócete a ti mismo" estaba escrito en el templo del dios Apolo, en Delfos. Reconociendo el propio límite, Sócrates solía repetir, "Solo sé que no sé nada". Por eso, no imponía una enseñanza ya elaborada, sino que usaba el método dialéctico de la mayéutica para que cada uno pudiera "dar a luz" la verdad que tenía dentro; es decir, pudiera articular autónomamente sus propias conclusiones y significados.

También nosotros necesitamos abrazar hoy un paradigma más relacional, reconociendo y aceptando que somos criaturas limitadas y de colaboración y reciprocidad. peligros
 

Conclusion: "entusiasmantes oportunidades y graves riesgos"

¡No tengáis miedo a las nuevas tecnologías!”[7], declaraba Juan Pablo II. La Iglesia no hace predicciones catastróficas sobre la IA, pero insiste en la necesidad de que todos colaboren para evitar que se use mal (JCS 2024). En lugar de levantar barreras, nos invita a discernir la mejor manera de habitar el espacio antropológicamente calificado que esas tecnologías están creando.

La IA presenta "entusiasmantes oportunidades", pero también graves riesgos (JMP 2024,1). Debemos colaborar para que esos algoritmos se orienten a promover una vida más plena para la persona humana. En efecto, "el fin y el significado" de las operaciones de IA dependen de nosotros (JMP 2024, 4).

El papa Francisco insta a la comunidad internacional a "adoptar un tratado internacional vinculante que regule" su desarrollo y uso a nivel mundial (JCS 2024), pero reconoce que la regulación no es suficiente por sí sola y debe ir acompañada de una buena formación ética y antropológica. Cada uno tendrá que "decidir si se convierte en alimento de algoritmos o en cambio sí alimenta su corazón con la libertad, ese corazón sin el cual no creceríamos en sabiduría " (JCS 2024).
 
Martín Carbajo Núñez, OFM
 
 
 
[1] Cf Platón, Fedro, 275, Gredos, Madrid 2014, 126.
[2] B. Russell, La perspectiva científica, Ariel, Barcelona 1975, 215-216.
[4] Citado en Laertius D., Vite e dottrine dei più celebri filosofi, Bompiani, Milano 2005, 37 [trad. mía].
[5] Haec sciam? Et quid ignorem? Seneca Lucio Anneo, Ad Lucilium Epistolae Morales, epist. 88, Strasburgo 1809, 362.
[6] VC 63
[7] Juan Pablo II, «Il Rapido Sviluppo. Carta apostólica» (24.01.2005) [RS], n. 14, en AAS 97 (2005) 265-274.

 



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